viernes, 11 de junio de 2010


Por fin habían reunido el valor suficiente, de alejarse de sus familias para formar ellos otra, una que les cambiaría la forma de pensar. Estaban orgullosos de poder decir que compartian el mismo techo.
De buena mañana, temprano, demasiado para ella, que le encantaba dormir, ella estaba despierta, pensativa mirando la habitación. Sonreía y se enamoraba poco a poco de su decisión.
El echo de compartir cama, café y aceptar las manías le encantaba, pero... Le aterraba la idea de que poco después de esta decisión se acabara la pasión, pero no tenía miedo, siempre había confiado en sí misma y en él.
Se levantó de la cama lentamente, esperando a que el se despertara y así lo hizo, despertó y la miró.
- ¿Dónde vas? Ya no tienes que volver a tu casa, ¿recuerdas? - Tras esto sonríe y se siente orgulloso de su comentario.
Ella se acerca a él y se agacha, aproxima su cara a la de él y sonríe. Le besa ligeramente los labios y se aleja de él, andando con clase, como si bailara. Él sonríe y ama cada milímetro de su piel.

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