miércoles, 18 de noviembre de 2009


Sus ojos verdes brillaban como nunca, sus labios estaban más rosas que de costumbre, sus mejillas sonrojadas y su alma inquieta. Era la señal de que estaba emocionada de verdad, después de tantos meses.
Su mirada se perdía en la habitación, tras unos minutos esperando esas palabras por fin sonrió y contesto a toda prisa, con los ojos llenos de lágrimas. Esperaba tanto ese momento que el tiempo se le había echo eterno. Su sonrisa era cada vez más sincera a pesar de que las lágrimas inundaban su cara de niña pequeña.
Sabía que aún no le quería, pero con paciencia podría llegar a amarle incluso. Porque siempre le pasa igual, primero viene el verbo gustar y luego todos los demás. Sabía que su ilusión era aún mayor que cuando supo que le correspondía y eso que aquella vez no paro de pensar en ello durante dos horas.
Y yo por qué cuento todo esto? Quizás porque la chica de cara de niña pequeña, ilusionada soy yo.

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