sábado, 24 de julio de 2010

Extraños sucesos

- ¿Le quieres? - Oí en mi cabeza una voz femenina que me era conocida, pero no era la mía.
- No le quiero, le amo. - Contesté en voz alta y sonreí con los ojos llenos de lágrimas.
- Entonces, ¿Quieres que sea feliz? - Esa voz que oía era tan familiar que me inspiraba confianza.
- Quiero su felicidad más que nada en el mundo, quiero que sonría a cada segundo. - Comencé a llorar sin parar, no podía conmigo misma.
- Cariño, él es feliz y lo sabes. - Siempre se me quedará grabada en la memoria esa frase.
- Y me alegra que lo sea, quiero que sonría cien veces por cada beso que me dio. Quiero que se acuerde de mí y me odie, aunque a mí me duela, solo porque él sea realmente feliz.
- Estas madurando, has madurado gracias a que se ha ido. - Cerré los ojos con fuerza intentando no llorar más.
- ¿Por qué no me dejan morir? Me conformo con verle una sola vez más y morir ya, a vivir toda mi vida sin él. Le amo, joder. - Mis lágrimas comenzaban a ser aún más abundantes, no podía parar de llorar, sentía que el corazón se me paraba.
- Tu misma sabrás proximamente porque no te dejan morir. La vida te depara muchas cosas buenas, pequeña. - Noté un escalofrío por todo mi cuerpo y me vi obligada a sonreír.
- ¿Eres un ángel? - Como esperaba, no obtuve respuesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario