- Hoy hay que montar el árbol, ¿Lo sabes? - Dijo mi madre esbozando su sonrisa, que no había cambiado con el paso de los años
- Yo no quiero montar el árbol, está Navidad no contéis conmigo. - Su sonrisa desapareció y en mi cara se dibujo esa extraña expresión infantil gruñona.
- ¿Cómo qué no? - Me giré y olvidé que la Navidad era para pasarla en familia.
- ¡Estoy harta ya, siempre igual! Odio las cenas familiares, odio las uvas, odio el maldito discurso del Rey, pero ante todo ¡Odio la Navidad! - Mis palabras alcanzaron el corazón de mi madre, parecía que no tenía palabras. Me alejé de ella y cerré la puerta de un portazo.
Bajé escaleras abajo y salí corriendo, buscándole a él, buscando todo lo que significó un día Navidad para mí. Busqué debajo de las piedras, busqué donde no había nada, solo recuerdos.
Solo supe encontrar lugares en los que él y yo nos habíamos besado, lugares en los que mi vida cambió derrepente. Lugares que significaron el comienzo y el fin de la verdadera vida para mí.
Me encontré con el dolor de frente y parecía esbozar una sonrisa cruel y estúpida, parecía disfrutar con mi dolor, parecía... Que todo iba en mi contra.
Yo solo quiero, una Navidad juntos, ¿tanto pido? Te echo de menos, más que nunca.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarhola Mel, siento mucho a verte echo daño con ese comentario, mi intención no era esa.
ResponderEliminarSino que fueras un poquito mas feliz ,veo tus entradas y veo en algunas mucha tristeza.
Yo creía que la navidad te iba a poner feliz,y que olvidaras todo lo malo pero veo que no, que es todo lo contrario.
lo siento de verdad.