jueves, 22 de abril de 2010

Dime, ¿qué sientes?

Sus labios no se separaban de mi piel, su cuerpo pegado al mio me hacía estremecer, tenía la respiración entrecortada. Entonces, de nuevo esa idea en mi cabeza, darle todo lo que me queda por dar.
Y pasó, lentamente nos fuimos perdiendo en la penumbra de la habitación, nos desnudamos lentamente. Parecía que la vergüenza se había quedado guardada en el cajón, no tuvimos miedo. Ni siquiera yo, que siempre le había tenido miedo a la primera vez. Me fundí con su cuerpo, sentía ganas de gritar, me aferraba a él, le recorría con mis manos, le besaba, respiraba en su oído, intentaba que el tiempo no pasara, pero pasó y separarme de él fue más difícil que nunca, no quería salir por las puertas de su casa, sentía tantas ganas de quedarme tumbada en su cama desnuda y que el recorriera mis curvas con sus manos, sentía que el tiempo pasaba demasiado rápido para nosotros y demasiado lento para los demás. Solo sé que desde aquel momento borrarle de mi mente es imposible.

Que mágica y que bella siempre es la primera vez.

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